“Concierto de Trez-Vella”: el exilio de Patricio Manns

Presentamos un comentario de Rodrigo Palma sobre uno de los conciertos más representativos de Patricio Manns, poeta y cantautor chileno que formó parte del movimiento musical conocido como Nueva Canción Chilena desarrollado durante la década de los sesenta y principios de los setentas mientras el telón de fondo político era el derrocamiento de Salvador Allende, el primer presidente socialista en Chile. Algunos otros artistas que destacaron en este movimiento musical fueron, por ejemplo, Violeta Parra, Víctor Jara, Margot Loyola, Inti Illimani, Isabel Parra, entre otros; a todos ellos los une la intención de reivindicar y recuperar la música folclórica de su país, además de reflejar a través de su actividad artística el contexto social y político. 

Dentro de la basta poesía del cantautor chileno Patricio Manns, sin duda el Concierto de Trez-Vella es una de sus obras más hermosas y complejas, tanto en lo que compete al texto como a la música, esta última, hecha en compañía de otro chileno, el músico Horacio Salinas

Patricio Manns con Inti-Illimani

Compuesta a partir de 1985, el Concierto de Trez-Vella retrata la angustia, el dolor, el amor y la urgencia por estar en su país producto del exilio que el cantautor y miles de chilenos y chilenas padecieron. La obra tiene una duración de trece minutos y siete segundos, siendo esta la canción más larga del cantautor; el Concierto, como él lo llama, está dividido en cuatro secciones en las cuales se plasman distintos estados de ánimo y severas reflexiones. 

La primera sección –a la cual me referiré como parte A– es una introducción a toda esta vorágine de emociones, en la cual aparecen batallas internas, traiciones, resistencias y derrotas, heridas sangrantes, amplias soledades de exilios y regresos nunca cumplidos. La letra es acompañada por una atmósfera musical tensa, las disonancias en la armonía la vuelven una sección dramática e inestable que de a poco comienza a estabilizarse al final de la sección en forma de melancolía.

En la segunda sección –a la cual me referiré como parte B– el cantautor se desnuda emocionalmente dejándonos saberlo indefenso, haciendo público su duelo y refugiándose en el amor, la compasión y la ternura de su pareja, a la cual le dedica el concierto; aunque, pronto, el dolor de estar lejos vuelve a inundarlo todo. En esta sección podemos escuchar un giro tajante en la armonía y el temperamento de la música que se vuelve alegre, brillante mientras aparecen las texturas mayores; sin embargo, al final de la sección, el temperamento de las notas menores se hace presente, al igual que la melancolía del cantautor.

La tercera sección, el estribillo, cuenta con una de las melodías más poderosas y memorables de la pieza; la música acompaña los versos del poeta, los cuales retratan la urgencia de su país, la urgencia y necesidad de su tierra de origen, siendo esta la sección más melancólica y solemne.

La cuarta parte es una declaración de principios. El acompañamiento musical de esta sección es excepcionalmente bueno, mención especial merecen los coros, interpretados magistralmente por el grupo Inti-Illimani. Esta es probablemente la sección con la atmósfera más dramática de la pieza, en la cual la armonía va modulando y se hace cada vez más tensa, sacándote de tu zona de confort como oyente, y haciéndote cuestionar una y otra vez quién eres y si estás preparado para luchar contra las injusticias. La pieza vuelve a repetir sus anteriores secciones, (A,B y estribillo) y concluye,  recordándonos una y otra vez la magnificencia de este compositor.

Patricio Manns ha hecho algunos de los discos clásicos del cancionero popular, como Arriba en la cordillera, El cautivo de Til Til y La exiliada del sur que se combinan perfectamente con su trabajo literario en la novela, el ensayo y la poesía. Después de padecer un exilio de treinta años regresó a Chile donde continúa, a sus 82 años, con su trabajo artístico; algunas canciones de este periodo fuera de su país son “Cuando me acuerdo de mi país”, “La dignidad se convierte en costumbre”, “El Che” y “Llegó volando” canción que fue popularizada por Óscar Andrade, en 1984, con un ligero cambio en la letra.

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